Recuerdos en la memoria inmediata.

En un abrir y cerrar de ojos se puede apelar al recuerdo vivo de algún ser entrañable. Ser que ha dejado huellas de amor y buena voluntad en el vivir nuestro de cada día. Siendo que la amnesia es imposible entre seres normales, pues la mente no es un disco duro del ordenador que se puede borrar y limpiar de todo contenido medalaganariamente, algo queda fijo e imborrable en la memoria inmediata, para bien o para mal.

¿La ausencia es el olvido? No. El olvido es muerte, y la muerte es ausencia de amor, confusion del ser, lapsus de la memoria acorralada por sombras de duda y odio. La separación física no indica necesariamente olvido, como lo ilustra el mito de la Penélope fiel . Pueden atarse los deseos a un recuerdo, puede cifrarse en el otro la fe del vivir , la certeza de lo que somos y seremos, el destino que tanto buscamos.

¿Se puede hablar de indiferencia en el cariño? La indiferencia es a veces sólo un mecanismo de defensa con el que intentamos justificar la adversion al riesgo. Y aquí entiendo el riesgo como la apuesta por el otro al amarlo, y desvirtuando cualquier condición que predisponga o prejuicie ese cometido. “En odiar no hay riesgo, porque se apuesta a lo seguro”, me decía Doña Indira, maestra de Moral y Cívica en la preparatoria.

La indiferencia hacia los seres que amamos es una verdadera encrucijada: no queremos deshacernos del ropaje del amor, tampoco ceñirnos del todo con sus vestiduras. Queremos recibir, pero dudamos en dar. O damos, condicionando recibir del otro, sólo lo que se nos antoje meritorio. El ciclo inútil proveniente del miedo a dejarnos llevar por la fuerza del cariño que inspira otro ser, puede romperse con un “ya basta”, un “hola que tal” al teléfono, una saludadita por el chat, o escribiéndo un email que diga al menos: “Estoy pensando en ti”. Hablo aquí del cariño que se restaura por y para nosotros, por y para otros. Hablo del amigo, el amante, de alguien de la familia y quienquiera que merezca amor. O quizás, sin agregar más nada, copiamos el siguiente poema de Celaya, se lo enviamos en una cartita y permitimos que esos versos obren el milagro.

Cuéntame cómo vives – Gabriel Celaya
(En Poesía, Gabriel Celaya – Alianza Editorial, Madrid, 1997)

Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.

Cuéntame cómo vives.
Ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).

Cuéntame cómo mueres.
Nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.

Cuéntame cómo mueres,
cómo renuncias -sabio-,
cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.

September 16, 2007 at 7:39 pm 1 comment



Saludos a mis lectores desde Las Vegas.
Vine a trabajar como “freelance reporter” al torneo de baloncesto de la FIBA.
(El baloncesto es una de mis extrañas pasiones).
La temperatura por estos lares está altísima: 106 grados.
He aprovechado para ver el nuevo show “Cirque Du Soleil meets the Beatles”. Estupendo.
Un evento para ser visto.
Regreso pronto.

September 1, 2007 at 4:39 pm 2 comments

Danzón triste para un réquiem.

Para entonces las sombras del otoño jugarán contigo la partida doble. Y ese otoño no será como otros, preludio del invierno, cambio de piel, renovación del ropaje. En éste, tus hojas decaerán amarillentas, corroídas por rocíos y trasnoches, plagas y microbios que les impedirán reverdecer. Tu raíz dejará de absorber luz y no ha de correr de nuevo el secreto soplo de la tierra yerma en tu epidermis. En vez de nueva piel te brotarán escamas, y un dolor inexplicable que nace de la savia de las ramas te hará llorar de espanto, y doblegar la frente.

LLegado el momento, el delirio hiere la memoria de herida permanente. Nadie busca solaz en tu sombra, ni calma en el olor a resina fresca. Los niños te miran de reojo, las aves no descienden sobre tu lúgubre follaje. Y lloras, gritando que nunca pediste haber nacido. Que el olvido es el infierno, que el silencio es el castigo de los que ya fueron fruto y vida, verdor alegre, primor de juventud, Que la misma rueda del tiempo, en forma despiadada desecha y abandona a un final cerrado de oscuridad y de miseria, a los que como tú nada malo deben y han vivido para hacer feliz al otro hasta casi olvidándose de sí mismos. Pero nadie te hace caso. Nadie. Dicen que la senilidad te ha hecho murmurar locuras y expeler escupitajos de mal agüero. Algunos se atreven a gritarte: “Muérete, Cascarrabias, azaroso viejo verde”. Y machete en mano, puede que te asesten allí mismo la estocada final, el definitivo golpe de gracia.

Para entonces…Desearás no haber tenido flores, ni haber sido anfiteatro en donde otrora los más regios carpinteros danzaban febriles al compás de orquestas de ruiseñores silbando alguna sonata de primavera a la salud de sus amadas. Desearás no haber sido testigo y cómplice de tantos besos turbios, de tanta mano furtiva buscando el goce rápido bajo tu tronco. Y así, lo mismo que todos a la hora en que las sombras del otoño regresan a cobrarnos cuentas por antojo y por venganza, por condena y por castigo, desearás no haber tenido memoria, ni haber nacido árbol.

August 28, 2007 at 4:05 pm 1 comment

El gusto ha sido mío


(Merello, pintor Español)

Toda la poesía,
toda la telequinésis,
los sueños detenidos,
el viacrucis de tus mitos
replanteándose en mis manos
como dactilografía cósmica.
Todo el placer del ego
buscando devorarme.
Todo el cáliz que se vomita
después del “golpe a golpe”
y el “verso a verso”
de tu “Aún” profético.
En el principio:
“El todo y la nada”
que el azar se antoja
en regalarnos.
Al final, la metáfora abierta
resistiendo ser clisé.

Pero algo queda
zumbando en el aire.
Algo se cuela sin ser invitado…
El canto de los olvidados,
contra la memoria selectiva,
el rumor “a capella”
de plañideras roncas,
el beso a la piel
henchida de misterios
y lavada en sangre .
Quedan los volcanes
replegando lavas y rugiendo bajo.
Queda el delirio
deshorbitando los ojos.
Queda la palabra miserere
a medio pronunciar.
Queda tu voz
rebotando en los árboles
como el gong del viento
en los alisios.
Queda tu poesía inacabada,
esperando el golpe de gracia
del colorín-colorado
y su cuento de nunca acabar.

Si alguien sale ganando,
que levante la mano izquierda,
junto conmigo.

Quise decir Gracias,
como real deudora,
pero no hay torpezas que valgan
ni cumplidos que la resistan.
Te quedo debiendo, entonces,
pues el gusto ha sido mío.

August 15, 2007 at 1:57 pm 2 comments

Errancia, carencia del eros, teatro del deseo en "Aún", de Carlos Roberto Gómez.

Aún“, es el título del libro recopilatorio de toda la poesía hasta ahora publicada de Carlos Roberto Gómez, poeta y editor de la Editorial Isla Negra en Puerto Rico. La calidad de este poeta es evidente y nos sorprende que sea casi un desconocido fuera de su isla. La poesía de Gómez presenta un trasfondo común: la pugna interior por superar el destino de la errancia. Ese grito de desarraigo en Carlos no es el de un “whiner”, ni es el grito narcisista del ego que clama por su propio peculio, sino un lamento personal y elegíaco de epifanías premonitorias, al estilo del Talmud. Aunque el poeta se muestra desgarrado y vulnerable sabe salir ileso de la conmiseración gratuita, porque su lenguaje accesible y directo, a veces contemplativo y con cierto elemento de sorpresa sabe llegar al lector y le hace sentir como si él le hablara personalmente. Tampoco ha de creerse que la sencillez de sus versos tienden al facilismo, muy al contrario, lo suyo es abrir el telón y ofrecer una cirugía de pecho abierto, de ganglio y venas afuera, de tripas al corazón, que muestra en donde los coágulos de la sangre que definen el vivir posmodernista inmovilizan los signos vitales de la realidad.

I
La errancia y el yo fragmentado.

El yo postmoderno volátil e impredecible es el péndulo que oscila intermitente en los versos y la imaginación del poeta:

Bajo la tierra
la semilla de la luz
espera una señal inexistente.
Es el café que no endulzamos,
la piel que no llegamos a tocar,
los objetos que nunca ocuparon espacio,
y sin embargo nos pertenecen,
invisiblemente,
como a un ciego su paisaje
y su mitológica esperanza.”

Esa ‘señal inexistente‘ es la identidad del hombre postmoderno, el todo escindiéndose ante sus ojos en miles de partículas sin saber afrontarlo, sino como un ciego que trata de hallar en el paisaje en sombras “su mitológica esperanza“. Ya Erick Erison y Kondo en la década de los 60 alertaban sobre ” el yo como una compilación de múltiples influencias, expectativas pasadas, presentes y futuras; y sobre el yo fragmentado, descentrado, que no existe en un único núcleo interno inquebrantable del ser postmoderno.” Con semejanzas a “El hombre sin atributos” de Musil, y al “Individuo-dividuum” de Ulrich cuya unidad está perdida, “si la vida ya no habita en la totalidad, si las totalidades han estallado, tampoco hay posibilidad de decir algo del yo, que se transforma asimismo en fragmento estallado. Por ello tal vez todo decir del yo sea dejar al sujeto como límite-marco de toda palabra.” Nos recuerda M. Cranolini en su estudio sobre la errancia. Y ese límite-marco es el que utiliza de referencia el poeta en sus versos cuando confiesa:

Sin sentido ya.
Bajo la sombra de un silencio
Cobijados
Indefensos
Como esperando el final de este poema
Fabricamos vidas ajenas.
Y besos de húmedas maderas.”

La fabricación de vidas ajenas implica el desdoblamiento del yo en entidades irreconocibles, y fragmentos que buscan el todo sin lograrlo. El beso de maderas húmedas explica el influjo de la indiferencia, la soledad y la automarginación involuntaria del ser, redefinido y moldeado a la luz del sin sentido, beso que se vuelve resina en la piel y agudiza la inmovilización el yo. Ese hombre que se destila al través del yo lírico del poeta no es solo un ser alienado, que es un concepto tan viejo como Matusalén, es el hombre fragmentarizado, clamando por el azogue que le devuelva al núcleo de su raíz. Es el hombre atrincherado en la propia frontera de su inutilidad, el hombre que sabe y pretende no saber lo que le ha de deparar el hado a cada salida del sol, aunque no se resiste a dicho sortilegio, busca dentro suyo como en una oscura caverna, la luz preclara, su “mitológica esperanza“. Esa búsqueda es por supuesto una formalidad, pues de antemano adivina como fallido cualquier intento de aprehenderla. Como leemos en este verso:

“Un hombre que no alcanzo
a repetir sin pudor,
Me lleva de vuelta
A una oscura caverna
Y al evangelio
De su luz enferma…”

II

La errancia afectiva.

Francois Sauvagnat, psicoanalista francés identifica cierta ambigüedad en el termino errar. La primera viene del latín errare que significa equivocarse o extraviarse. La segunda es un verbo antiguo que significa simplemente progresar, avanzar, caminar, en este sentido se decía igualmente oirre (en viejo francés).
Es decir hay una errancia de orden circunstancial provocada por la economía, el autoexilio, ciertas condiciones de vida, que son solucionables. Hay otra que implica el destino con el cual se nace, como el de los gitanos, de origen cultural y que ellos aceptan naturalmente. La otra errancia es una maldición y trampa. La errancia de los hijos de Caín, la errancia como condena, o la errancia de la jungla maldita, en referencia a la urbanización y el sistema globalizado posmoderno. Aunque Lacan la denominaba errancia de estructura simbólica, encarnada, al asignarse un lugar al sujeto, dictaminada por el deseo del otro, en cierto modo dicha errancia puede ser predeterminada y desconectada de toda realidad aprehensible. Los judíos, por ejemplo, según interpretan los exegetas cristianos, atrajeron hacia sí mismos la condena de la errancia Cainiana cuando pidieron la muerte del Cristo y aceptaron que cayera sobre ellos y sus hijos maldición si se cumplía con su deseo.

Carlos, habla de esa errancia, pero originada en los excesos y trampas de su generación, la que sobreviene de forma fatal, así… en un ejercicio de predistigitación poética, éste mueve los hilos de ese desarraigo y los ata al simbolismo mítico del ser que no escapa a su propio sino, cuando exclama:

En medio del mar sin patria
Mover los brazos desquiciados
Como alas en la arena:
SOBRE MI CABEZA SE ALEJA ELLA
CON LAS MANOS REPLETAS DE PECES”.

Me detengo en la imagen de los peces que lleva la mano de la mujer mientras se aleja, porque ello refleja otra de las características del poeta…el uso del simbolismo mitológico para enriquecer su poesía y liberarla de la inmediatez. En la mitología astral tenemos el signo de Piscis o los dos peces, y su origen puede remontarse a varias leyendas, una de ellas nos dice que aterrados por el gigante Tifón, Venus y Cupido se arrojaron al río Éufrates y se convirtieron en peces. Para conmemorar este acontecimiento, Minerva colocó a los peces en el firmamento. Los babilonios conocían esta constelación como Kun, o las colas; también se le conocía como la Traílla, a la que fueron atadas las dos diosas peces, Anunitu y Simmah.
El poeta utiliza la imagen de los peces salvadores como arquetipo de la errancia, la nostalgia de la patria perdida, manifiesta en “los brazos desquiciados”, en el alejamiento de su diosa-amante, que se lleva en las manos los peces de la salvación, el afecto, la identidad, y de los orígenes. En otro poema titulado Azul y Destrucciones, vuelve el poeta a jugar con los peces, esta vez simbolizando la muerte de la esperanza.

Con el corazón deshubicado,
con el corazón
lleno de silencios y peces muertos.
“Como un instrumento de cuerdas
arrojado al océano
desde un barco que se aleja

III
Errancia y carencia de Eros.

Ese hombre que lleva marcado en su frente el signo de la errancia, cohabita, sobrevive, ama, odia y sueña condicionado por todas las cosas que son también una extensión de ese sino, la mujer que siempre es una extraña, cuya anima es un enigma:

En la escasez
De su tierra
La encontré silenciosa
Como una alhaja
Desde siempre
Extraviada
Y opaca
Como una moneda en el fondo del agua”.

En el discurso de Agatón del Banquete de Platón puede leerse la errancia asociada a la carencia del Eros. “Eros es el que da paz a los hombres, calma a los mares, silencio a los vientos, lecho y sueño a la inquietud. El es el que aproxima a los hombres, y les impide ser extraños unos de otros… ” La errancia entonces, como señala Patricia Mazeau De Fonseca,” es la metáfora de ese incansable viaje interno en la búsqueda de la unidad del yo alumbrado por el deseo del otro“. Errancia que puede ser aliviada por el Eros, pero nunca mitigada por completo. En el poema Invocación encontramos esa paradoja:

Ven
oliendo a destierro, a cadenas, a saliva compartida,
a genitales furiosos, a relámpago….

Y luego concluye:

Ven
vamos a terminar el obligado
sacrificio
en esta mesa de rehenes.”

IV
Errancia…Teatro del deseo.

Si el Eros actúa como flujo y reflujo de la errancia existencial, aliviándola, adormeciéndola, es natural que su valor se traduzca en prolongación y diseminación de la identidad, fruto procreado o deseo de pertenecer y poseer en el otro lo que es inasible. Y no es extraño entonces que ese deseo del otro, empuje a vivir y/o sobrevivir en el continuo teatro del deseo: las nebulosas fronteras del sueño, la utopía, la “esperanza mitológica“, y tal como dice el poeta en el poema “Bodegón”:

sujetos al pudor, al desgaste/a la contemplación del tiempo detenido/como veleros en la noche sin tiempo.”

Conclusión

El poeta Carlos Roberto crea y llena las expectativas en este libro, al presentar en forma cronológica, pero invertida esta recopilación (comienza con los últimos poemas y termina con los primeros que ha publicado,) con ello nos sugiere que el final no es el final, que el origen es el verdadero final, allá en donde se balbucean los primeros sonidos, donde se aprende el secreto de las palabras y se aprende con ellas a sobrellevar la marca de Caín: la errancia que el postmodernismo ha redoblado y obliga a cargarse como cruz en carne viva. El titulo del libro indica que el poeta es reflejo de ese tiempo circular: Aún, es decir, todavía, hasta este momento, el peregrinaje sigue su agitado curso mientras el poeta, cabizbajo, trémulo, estertóreo, da fe de esas errancias.
Como bien reza el bolero popular: Que más puede decir un trovador?

August 6, 2007 at 5:06 pm 6 comments

My "Thinking Blog Award’s list

No soy muy dada a los premios y a las loas, pese a que no me considero mezquina en reconocer en otros sus cualidades y virtudes. Un amigo de nombre Joel me ha dicho siempre que mi intento de humildad es posiblemente una muestra de soberbia y una forma de condicionar al otro para que se anime a elogiarme sin límites. Me da risa su psicoanalisis barato y le digo que los inseguros por lo general son los que sufren, viven y se desviven por ser adulados. El me interpela diciendo que no hay nada de malo en la búsqueda del elogio si uno sabe que en verdad lo merece y que por lo general mi renuencia a dar a conocer mis logros es basada en una inseguridad subconsciente que constriñe mi libertad y fluencia creativa y me hace dudar de la validez en lo que escribo. Yo le escucho y le dejo hilvanar y elucubrar sus vagas conclusiones, sobre todo cuando noto que su descripción puede aplicarse mucho mas a él que a mí.

Todo este fútil razonar lo traigo a colación por que un visitador silente de este blog Victor Manuel Ramos, periodista bilingue residente en Miami me ha incluído en su selección de 5 blogs para el Thinking Blogger Awards. De primera leída el premio me pareció una chabacanería más que organizan ciertos sitios a fin de incrementar visitas a su blog y engañar entuertos, pero al
notar que la selección de estos premios es basada en que cada selecionado elige a su vez quienes otros merecen el award, me pareció aceptable la idea,al menos tiene de positivo que una descubra nuevos blogs con un estilo y contenido respetable que sean dignos de leerse.

Al incluírme en su lista Victor dice de mí: “Ella me ignora. Jamás contesta mis comentarios. Pero de todas maneras la leo.”. Falso, Victor, yo no contesto comentarios, pero sí visito su blog y le leo.

Asi que aquí va mi lista, y no hay sopresas si verifican el área de mis links:

My Thinking Blog Award es para:

Sindrome Chejov
Blog sobre narrativa y cuentística escrito por un joven autor Español de Armería. Un “must read” para los amantes del género.

Novela Negra y Cine Negro – Francisco Ortiz
Blog temático de Francisco Ortiz. Hoy por hoy se va dejando poco a poco y bien atrás el elitismo informativo de los diarios, para fortalecernos o reaprender mediante blogs como el suyo, que a baja voz van definiendo un nuevo sendero en literatura especializada. La red, puede contener una gran dosis de mediocridad, pero ya se puede y se haya gemas como éste blog, con
escritores desconocidos como él, quienes ya pertenecen a una vanguardia que ha renovado el juego del establisment. Su blog ha sido destacado en la prensa española como uno de los mejores.

Elidio La Torre-Lagares.
Blog de un reconocido escritor de Puerto Rico cuya lectura es siempre fascinante.

Corte y Confección Gabriel Bañez.
Uno de los secretos mejor guardados del cono sur? Claro que sí, su estilo es enjundioso, irreverente, retador y lejos de seguir el camino del facilismo via best sellers y novelillas de folletín con que nos engatuzan las editoriales, Gabriel escribe para quien pueda interesarle y desee leer más allá de lo convencional y lo patético. Su blog se inscribe en esa misma tesitura.

Enrique Ortiz
El no sabe que le leo, nunca le he dejado comentarios, pero me gusta su blog, que es como un zampling espontáneo y refrescante sobre poesía, cine,teatro y hasta pornografía. Las sorpresas abundan y con ninguna nos defrauda.

Ahora las reglas (siempre las hay):

Este premio, cuyo logotipo aquí queda plasmado, tiene un reglamento que es el siguiente.

1. Si eres uno de los premiados, tendrás que escribir un post con cinco links de blogs que quieras premiar.
2. Haz un link a este post, de manera que se pueda encontrar el origen de este premio.
3. Muestra orgulloso el “Thinking Blogger Award”, te lo has ganado.

July 23, 2007 at 6:29 pm 6 comments

Si alguna vez vuelvo a acostarme con otra mujer, jamás sería con Patricia.

Tuve tu boca de mujer en la mía. De mujer a mujer un beso es otro beso. Un panal de avispas que pican suavecito, relamidos suaves que nunca avasallan el placer, saborcito cálido que manda señales a la otra boca, humedeciéndola toda. Cuando te mordía los labios, tu rostro parecia candil floreciente en mis manos. Tu frente sudaba copiosa, tu pelo, enredado al mio, servía de nota y preludio al decimoquinto cruce de labios.

Nuestros cuerpos que yacían tendídos ya en la alfombra cual mantos sagrados, buscaban afanosos ser mucho más que cómplices, intercambiándose los roles, de recipientes pasivos, a propiciadores de extasis y puro morbo, la una para la otra. Tú gemias, yo gritaba, pellizcabas mi vientre, yo correspondía mordíéndote la espalda. Y así, desatados todos los deseos, explorados todos los rincones habidos y por haber, escanciada la ultima gota que esconde y deja para sí el delirio, temblamos la vez última, desbordadas de humedades, aletargadas por el goce final y definitivo, felices de haber superado la maldición del falo.

La luna, que toda la noche sirvió de telón de fondo, formando plenilunios y eclipses fugaces, mientras expiaba excitándose también por entre las cortinas de los ventanales, ya se recogía lentamente, envuelta en una estela de cirros y brumas: satisfecha, tranquila.

Casi al instante, Patricia, dormía desnuda como un hombre que no puede resistirse al sueño después del coito. Algo de mi sentido común, se resistía a creer, cigarrillo en mano, que era yo más mujer que Patricia, o bien, mucho más femenina, como diría mi madre. Y allí, recostada junto a ella, mirando sus pechos pequeños y orladitos de bellos, su vientre dócil, su pubis rubio sobre el clítoris, bordeándole los labios color rosáceo que a su vez desencadenan hasta el ano la forma de una equis sinuosa, me vino a la memoria la cara de aquel clérigo católico que conocí en Chicago y que la semana pasada ha sido indentificado en la tele por el intento de sodomización de una teenager. Recordé una a una sus palabras, las que gustaba repetir como un oráculo de consecuencias mayores en la clase de Teología Kerigmática: “El hombre se entrega al sueño despues del coito, para que le sirva de recordatorio que la mujer lo indujo al pecado original en el Edén y que tras esa desobediencia erótica le sobrevino de castigo la muerte. En ese sentido el sueño post-coitus es muerte inducida y simbólica. La mujer post-coitus, por lo general permanece sola y en un estado semidepresivo para que reviva la tragedia de su sino fatal”.

No sé porque diablos en ese instante me dije a mí misma, jurándomelo solemnemente y quizás influenciada por las palabras del teólogo y su sonrisa pervertida y siniestra, que si alguna vez me volvía a acostar con otra mujer, jamás sería con Patricia.

NINOSKA MERMOUD-SANTIAGO.
Los Angeles, California.

July 20, 2007 at 5:34 pm 3 comments

Cábala y mujer.

Un rabino de la cábala judía en Kuala Lumpur me sermonea:

“El amor y el sexo son creación de Dios. Cuando una mujer ama y posee a un hombre es como si edípicamente amara a Dios, y reafirmara su poder inmanente, su omnipresencia ambigua, su cualidad de creador de todas las cosas”-.
Y añade:
“En ese acto de poseer y ser poseída, vuelve a repetirse la magia de la costilla bíblica que frota la chispa del deseo y busca matar la soledad intrínseca con que nacen todas las criaturas adánicas. “El hombre será tu deseo”, condenó Dios de esa forma a la mujer, después que ésta se dedicó a coquetear con Lucifer”.

¿El deseo de la mujer es poseer al hombre o es al contrario?--le pregunto.

Lo es. Si, pero un deseo emblemático que transfiere la posibilidad de eliminar la soledad adánica ya no como un ofrecimiento único y personal reservado al goce del cuerpo de la mujer sino por la creación y reproducción de otros seres que le sirvan de compañía y solaz al hombre.

¿Y la mujer para el hombre que es?- le pregunto-

Un parche, una necesidad volitiva.

¿Un objeto?-le digo-

Sí, pero un objeto que da sentido a la vida del hombre, lo redime de la soledad, del abismo de la nada, del silencio y el anonimato. El hombre no se basta por si solo, por eso necesita de Dios y de la mujer. El pecado de la mujer en el arquetipo de Eva se inicia en la idea de prescindir de Dios y de Adán y revelarse contra el destino y naturaleza por lo cual fue creada. Ese es su pecado. Por eso, Dios tuvo que condenarla, a desear al hombre.

Rabino, ¿No contradice eso la creencia del libre albedrío, la facultad que nos hace posible elegir entre lo bueno y lo malo, y por otro lado, la propia narración del talmud que especifica cómo Dios creó el varón y la hembra a su propia imagen y semejanza?

“De ninguna manera. Si la criatura puede prescindir de Dios, vivir o sobrevivir sin él y su divino orden que sostiene el universo que vemos y habitamos, entonces sí existiría contradicción”

Me despido del rabino. Y mientras recojo mi bolso y algunos libros que me ha regalado, le noto escudriñando el sugestivo saliente triangular de mis pechos. Le dejo allí sentado en su sillón, rodeado de libros, rollos y papeles amontonados sin ningún orden, conmiserándole de la posible larga lista de deseos reprimidos que su religión le obliga a soportar. Al darme la vuelta, sus ojos siguen sin disimular, el zigzagueo de mis nalgas que al carecer de panties se mueven libres y en cadencia con cada paso dado. Cierro la puerta sonriente, mientras recuerdo la frase que Alex, mi amigo homosexual, siempre repite: “La mujer es el castigo del hombre

July 11, 2007 at 4:29 pm 1 comment

La vía dolorosa.

Ulises, si no vuelves no habrá valium que me salve! Ya lo tengo bien pensado. Toda historia debe tener su fin, tarde o temprano.

No más caracolas que expelen dragones y serpientes. No más ratas y cloacas. No más escondrijos con espadas voladoras que amenacen con penetrarme. No más polvo, ni colección de telarañas. No más guaridas de fieras para blanca nieves asustadas. Es mejor así, la resaca de llorar hasta escanciar el cauce de las cuencas, la inmisericordia de mi yo fetal arrastrándome al abismo, el cordón umbilical de tu falo pequeñito, el teléfono que cuelga de los árboles y no cesa de timbrarme el tímpano, los pezones que tanto succionabas y que perdieron aureolas. Tu vientre aplastando las tantas estrías del vientre mío, tu lengua sucia, tu olor a marihuana y a perfumito old spice que me da náuseas.

La otra. Siempre en casa de la otra. Aquella enana de monte adentro que conociste en el Bar de Doña Herminia, la que te hizo brujería, la que te ha achacado un hijo que es de otro, para engatuzarte.

Que se vaya todo. Los ojos no tienen porque ver otro equinoccio. Debe quedar lejos toda esta cochambre hostíl, el olor almidonado de tu semen aguadito, la pelambre de tu pecho, tus ojos de amarillo fúnebre, perdidos en odiseas baratas de otros años, las latas de cervezas a medio beber en todos los rincones. Las tardes de carne asada y fútbol de segunda división en la tele, compartidas con esa horda de borrachos que me tocaban las nalgas a tu espalda.

Si el valium no me salva, talvez algún veneno se preste a hacerme la jugada. Eso sí, lo único que lamento es que cuando ya no tenga memoria de todo lo que fui a tu lado, cuando me declaren moribunda en la morgue de ese hospital de mala muerte, ya no habré de enterarme que tú también has muerto como un perro realengo y callejero, que atropellado en el silencio de la noche, nadie le llorará ni le santiguará las babas del rictus de la muerte. Cuando eso suceda, lamentaré no haber estado viva para decirte: El que la hace la paga, Ulises, así en Itaca, como en el infierno.

June 25, 2007 at 5:25 am 2 comments

La Universalización de lo coloquial y el arte del birlibirloque" en "La rosa y el sudario" de Pedro Antonio Valdez


De todos los autores dominicanos contemporáneos que escriben narrativa, Pedro Antonio Valdez es el que, a mi juicio, lleva la voz cantante, o como decían en aquella “mi escuelita, escuelita yo la quiero con amor”, es quien lleva y merece llevar, la bandera. Una bandera, es necesario aclarar, que ha pasado de mano en mano, desde Bosch hasta Maggiolo (Maggiolo da y dará todavía mucha agua de beber, pero aquí le mencionamos en términos generacionales) y que ahora, retomada de intermediarios sospechosos que por décadas le dejaron ajada y casi hecha trapo, en las manos de Pedro vuelve a ser portada con dignidad y aplomo.
Acabo de leer de su autoría, el libro “La rosa y el sudario”, publicado en la Editorial Isla Negra. Consta de más de una treintena de microcuentos o cuentos cortos que Pedro compara por su brevedad a “los haikus en la versificación”, para luego aclarar que aprecia este tipo de cuentos por su “tendencia a la infinitud” y el hecho de dejar en quienes lo leen ‘…la intransferible sensación de que acaban de metérselo frio”. Como veis, Pedro es genial en la sátira y el humor, médiums que el novelista usa y maneja con acierto, atemperándolos aquí o allá, sin llegar a la chabacanería ni al uso gratuito. Aprecio en el estilo de Pedro el saber interconectar lo clásico con lo costumbrista, sin derivar en coloquialismos vacuos e innecesarios que desentonen el discurso narrativo. Característica ésta de “univerzalisación de lo coloquial” que por otro lado, no encuentro en la novela de la diva Rita Indiana y su “Estrategia de Chochueca”, porque martilla y machaca a diestra y siniestra el discurso narrativo con el lenguaje de los “jevitos’ dominicanos hasta llevar el texto a la inanición y al sin-sentido. Me gusta de Pedro su lenguaje directo, ágil, dinámico. Me gusta su preferencia por la economía de las palabaras y porque con ello no cae en el error más común de escritores y poetas dominicanos: La ampulosidad, el embadurnamiento de textos con abjetivos multisonoros, palabritas domingueras y vocablos endiablados, (muy a lo León David), cuyo fenómeno el propio Pedro denomina atinadamente como “lenguaje inútil de postín intelectual”.
La rosa y el sudario se divide en 7 partes o Sagas y cada una de ellas se concatena a la otra, manteniendo una secuencia unitaria admirable. Lo novedoso de este set-up es que los minicuentos se leen como experiencias habladas o contadas por diferentes seres diabólicos vinculados al imperio del mal. Las historias adquieren ese aire de oralidad reminiscente a los relatos que se hacían en la antiguedad, (antes que se diera el uso sofisticado de la escritura y aparecieran los escribas) los cuenta-cuentos de aldeas y ciudades, quienes rodeados por un círculo de crédulos oyentes que les consideraban magos, chamanes o curadores, narraban historias y leyendas que embrujaban y estremecían a la mayoría. El acierto de Pedro estriba en el buen uso de elementos de esa tradición oral antigua, (a veces inventada, y otras veces basada en leyendas harto conocidas), no sólo como trasfondo, pero interconectando esas ideas a referentes modernos, haciendo algún twist aquí o allá, muy a lo dominicano con refranes y frase jocosas o de doble sentido , y en otras, mediante alusiones de un signicante standard en el imaginario popular latinoamericano. Como la solemnidad, es dejada a un lado, las historias surgen naturales y espontáneas hasta que desembocan, casi todas, en un climax sorpresivo y desequilibrante.
Si disponen de algún tiempito para leer, propónganse leer este libro. Os aseguro que no se arrepentirán, que mucho antes de cantar el gallo negarán tres veces, con este Pedro, el cuento ese de que la media isla dominicana no tiene todavía quien le escriba o le cuente historias de peso específico capaces de engrandecer “el arte del birlibirloque” y superar los estereotipos de Don Pedro Animal y Mister Juan Bobo, aquellos follones famosos de Juan Antonio Alix y el sadomasoquismo “archirrequetecontado” del viejo zorro Trujillo.

June 16, 2007 at 9:14 am 2 comments

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