Si alguna vez vuelvo a acostarme con otra mujer, jamás sería con Patricia.
July 20, 2007 at 5:34 pm 3 comments
Nuestros cuerpos que yacían tendídos ya en la alfombra cual mantos sagrados, buscaban afanosos ser mucho más que cómplices, intercambiándose los roles, de recipientes pasivos, a propiciadores de extasis y puro morbo, la una para la otra. Tú gemias, yo gritaba, pellizcabas mi vientre, yo correspondía mordíéndote la espalda. Y así, desatados todos los deseos, explorados todos los rincones habidos y por haber, escanciada la ultima gota que esconde y deja para sí el delirio, temblamos la vez última, desbordadas de humedades, aletargadas por el goce final y definitivo, felices de haber superado la maldición del falo.
La luna, que toda la noche sirvió de telón de fondo, formando plenilunios y eclipses fugaces, mientras expiaba excitándose también por entre las cortinas de los ventanales, ya se recogía lentamente, envuelta en una estela de cirros y brumas: satisfecha, tranquila.
Casi al instante, Patricia, dormía desnuda como un hombre que no puede resistirse al sueño después del coito. Algo de mi sentido común, se resistía a creer, cigarrillo en mano, que era yo más mujer que Patricia, o bien, mucho más femenina, como diría mi madre. Y allí, recostada junto a ella, mirando sus pechos pequeños y orladitos de bellos, su vientre dócil, su pubis rubio sobre el clítoris, bordeándole los labios color rosáceo que a su vez desencadenan hasta el ano la forma de una equis sinuosa, me vino a la memoria la cara de aquel clérigo católico que conocí en Chicago y que la semana pasada ha sido indentificado en la tele por el intento de sodomización de una teenager. Recordé una a una sus palabras, las que gustaba repetir como un oráculo de consecuencias mayores en la clase de Teología Kerigmática: “El hombre se entrega al sueño despues del coito, para que le sirva de recordatorio que la mujer lo indujo al pecado original en el Edén y que tras esa desobediencia erótica le sobrevino de castigo la muerte. En ese sentido el sueño post-coitus es muerte inducida y simbólica. La mujer post-coitus, por lo general permanece sola y en un estado semidepresivo para que reviva la tragedia de su sino fatal”.
No sé porque diablos en ese instante me dije a mí misma, jurándomelo solemnemente y quizás influenciada por las palabras del teólogo y su sonrisa pervertida y siniestra, que si alguna vez me volvía a acostar con otra mujer, jamás sería con Patricia.
NINOSKA MERMOUD-SANTIAGO.
Los Angeles, California.
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1. Gabriel Báñez | July 20, 2007 at 8:42 pm
Hola, muchacha. Quedó un guante a la entrada de casa. Imposible que sea de Patricia, sé que es tuyo. Tampoco voy a despertarla para probárselo. No lo merece. Un abrazo y la amistad, querida amiga.
2. Víctor Manuel Ramos | July 22, 2007 at 4:57 pm
Excelentemente irónico: encontrar un hombre dentro de una mujer.
3. Francisco Ortiz | July 29, 2007 at 8:53 am
Crece la sensación de que tus textos van a más, se arriesgan más, se comprometen más: una línea atrevida, ascendente, necesaria. Sin cortapisas. Sin pudor falsario. Sin recurrir a las gracietas ni al sentimentalismo vacuo. Tocando la fibra aunque con la punta del cuchillo. Sé que eres una gran escritora. Cómo me enorgullece, cómo me alegra.