Danzón triste para un réquiem.

August 28, 2007 at 4:05 pm 1 comment

Para entonces las sombras del otoño jugarán contigo la partida doble. Y ese otoño no será como otros, preludio del invierno, cambio de piel, renovación del ropaje. En éste, tus hojas decaerán amarillentas, corroídas por rocíos y trasnoches, plagas y microbios que les impedirán reverdecer. Tu raíz dejará de absorber luz y no ha de correr de nuevo el secreto soplo de la tierra yerma en tu epidermis. En vez de nueva piel te brotarán escamas, y un dolor inexplicable que nace de la savia de las ramas te hará llorar de espanto, y doblegar la frente.

LLegado el momento, el delirio hiere la memoria de herida permanente. Nadie busca solaz en tu sombra, ni calma en el olor a resina fresca. Los niños te miran de reojo, las aves no descienden sobre tu lúgubre follaje. Y lloras, gritando que nunca pediste haber nacido. Que el olvido es el infierno, que el silencio es el castigo de los que ya fueron fruto y vida, verdor alegre, primor de juventud, Que la misma rueda del tiempo, en forma despiadada desecha y abandona a un final cerrado de oscuridad y de miseria, a los que como tú nada malo deben y han vivido para hacer feliz al otro hasta casi olvidándose de sí mismos. Pero nadie te hace caso. Nadie. Dicen que la senilidad te ha hecho murmurar locuras y expeler escupitajos de mal agüero. Algunos se atreven a gritarte: “Muérete, Cascarrabias, azaroso viejo verde”. Y machete en mano, puede que te asesten allí mismo la estocada final, el definitivo golpe de gracia.

Para entonces…Desearás no haber tenido flores, ni haber sido anfiteatro en donde otrora los más regios carpinteros danzaban febriles al compás de orquestas de ruiseñores silbando alguna sonata de primavera a la salud de sus amadas. Desearás no haber sido testigo y cómplice de tantos besos turbios, de tanta mano furtiva buscando el goce rápido bajo tu tronco. Y así, lo mismo que todos a la hora en que las sombras del otoño regresan a cobrarnos cuentas por antojo y por venganza, por condena y por castigo, desearás no haber tenido memoria, ni haber nacido árbol.

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El gusto ha sido mío

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  • 1. Francisco Ortiz  |  September 7, 2007 at 6:58 pm

    Hermosos texto lleno de hallazgos visuales y sensitivos. Uno no sabe exactamente por dónde va, pero el camino está lleno de señales, de luces, de chispazos que nunca le dejan solo. Un abrazo, y cuídate en tu viaje.

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